sábado, 24 de marzo de 2012

Antoine y su televisión

Pig (se metió Pillemce dósis única)

Lo vio saltar por la ventana mientras cortaba su última línea y parecía no importarle -era un suicidio que nadie pudo evitar- se dijo Malena, mientras él le daba otro golpe a su cigarrillo y miraba la escena, que lentamente se escurría por la acera. De a poco perdía la atención; aquel par de cervezas bebidas ayudaron a relajar los párpados pero Malena era indiferente. No tenía una pizca de remordimiento aún cuando sabía que él era parte importante en su vida. Tal vez ella lo planeó todo, tal vez ella sabía que su problema de alucinaciones lo llevaría hasta el límite… y así fue.

No pudo más y cerró los ojos totalmente. Su cuerpo cansado, pedía un par de minutos en silencio y aún con ello seguía escuchando las risas, esas risas de aquella noche limpia y estrellada, esa noche donde las olas del mar pegaban en la playa y su sonrisa se mezclaba con la luz tenue de la fogata. Todo parecía ralentizado, así como cuando usas un filtro para darle al espectador la sensación de que todo es bonito y agradable, y en realidad lo era, así lo recordaba él, pero explotó.  Precisamente en el momento en el que la melancolía invadió sus recuerdos, el departamento del tercer piso explotó.

Malena salió gritando como si se acabara de dar cuenta.  El cuerpo inerte seguía ahí, justo debajo de la ventana. Todo parecía un accidente pero él, con los ojos cristalizados y la mirada borrosa, ni siquiera distinguía bien la pantalla. Su cerveza se había derramado en el tapete pero no pudo levantarse para coger un pañuelo y limpiar todo antes de que el material absorbiera el chorro. Puso la botella en la mesa y se dio cuenta que el cigarrillo pronto se consumaría pero antes de eso, le dio la última bocanada. Era su último cigarro y no pensaba desperdiciarlo.

Aún con la mirada borrosa, pensó en buscar dentro del cenicero algunos residuos de tabaco y liarse uno aunque sea para unos cuantos fumes. Su necesidad le dio fuerzas y se levantó de aquel sillón reclinable; no fue nada fácil. Son de esos sillones que dejaron de elaborar debido a que se atoraban antes de cerrase por completo, pero todo en ese departamento era de segunda mano. Ni siquiera se dio cuenta que la policía llegó. Estaba tan consternado por aquel sueño recurrente donde veía lo que dejó de ser hace un par de meses. La extrañaba y sentía que aún la necesitaba. Entre pensamientos, escuchaba la voz de Malena que gritaba desgarrada.

Malena con cara de angustia –más por su dosis que por la situación- era detenida por la autoridad, mientras la gente del edificio salía espantada. El cuerpo ahí, el edifico en llamas. Sonó su teléfono, corrió para contestar y, como si hubiera visto un fantasma, se quedó inmóvil al ver su nombre en la pantalla. Era ella y no quiso contestarle. Cuando regresó al sillón ya no entendía por qué Malena yacía junto a aquel cuerpo fracturado y ensangrentado pero tampoco se dio cuenta que dejó el gas abierto, mismo que funcionaría de comburente para encender aquel pobre cigarrillo accidentado e improvisado. Sacó del bolsillo un encendedor y el tercer piso se iluminó.

Apagó el televisor tan pronto escuchó los pasos de su mamá, quien le dijo que se cepillara los dientes y se durmiera hace poco más de una hora. Para evitar reprendas se metió a la cama y se hizo el dormido.
Antoine, a sus seis años dos meses, se quedó pensando que el pequeño punto en medio del televisor lo delataría. 



@antoine_zz

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