lunes, 5 de septiembre de 2016

La realidad y la mente en un sólo mundo

Pig (comió Toxituzin, dolor intenso)

Son estas algunas de las realidades que les suceden a los habitantes de este planeta que somos de mente frágil. La realidad es que cuando tus ojos quieren mirar a otro lado, nada va a poder detenerlos. La realidad es que lo que pasa en las películas románticas sí pasa en la vida real y la realidad más cabrona es que nosotros no sabemos valorar lo que tenemos, nos hundimos en nuestra mente frágil, corazón gigante, pero al final mente... frágil.

Yo le dedico unas palabras a dos características humanas, la realidad y la mente. Son rivales, la mente no es real, lo real no ocurre en la mente.

Comentarios: Si es usted de este planeta y está pensando en lastimar a alguien, le sugerimos primero acordar con una aseguradora que cubra pérdida completa del corazón. No pase mucho tiempo solo. Si usted está sano no debió haber leído este texto, compartirá el tiempo con alguien sano. El tiempo no regresa, no le huya al dolor, es necesario. No tema pedir abrazos.




viernes, 4 de octubre de 2013

Así suena el Sol

Pig (Dosis de Orlando Brukowski)
 
-¿Cómo crees que suene el Sol? -Cómo el mar. -¿El mar? -Sí. Dicen que un día se va a desbordar, va a inundar los planetas y fin de la historia. Ella sonrió. -Que hermoso. -¿Sí verdad? -Sí, aunque, me suena a traición. -Traición. -Sí, nos atrae y nos pone a girar, no podemos escapar; nos en mantiene en balance, nos mantiene vivos, dependemos irrevocablemente de él; pero si no existiéramos ¿qué sería de él? él existe entonces para nosotros, en parte también depende de nosotros; y un buen día simplemente decidirá desaparecer, extinguirse y extinguir nuestras vidas junto con la suya. Que inconsecuencia. -Su inconsecuencia es su divinidad. -Hoy se ve más pálido. -Un poco sí, no lo había notado. Aunque el Sol no brillaba tan intensamente como antes, aún causaba suficiente calor para que una gota de sudor cayera desde su cien hasta el cuello, sobre su tatuaje. -¿Qué ave es la de tu tatuaje? -Te lo he dicho mil veces, no te lo voy a decir otra vez. Su piel también se veía más clara que de costumbre ese día, ¿o era el matiz que le daba el tono de sol? Cómo saberlo, últimamente su mirada había estado apagada, como si su espíritu hubiera menguado. Sus ojos seguían siendo verdes pero no brillaban. Supongo que yo no tenía mejor pinta. Nuestro país sumergido en la misma mierda, todos los planes se convertían en palabras al aire, los nuestros y los de nuestros vecinos, nuestras familias; la gente se separaba en vez de unirse. Nuestra realidad era absorbida por la discordia, nuestra forma de vivir dejaba grietas por las que la discordia, como la hoja del cuchillo que se clava en la espalda del incauto, se deslizaba suave, pesada, veloz, eficaz. Se valía de las diferencias para disimular las semejanzas, se disfrazaba de retórica y de lógica para contaminar el espacio común entre nosotros; cultivaba la violencia entre supuestos hermanos, entre supuestos amantes. Y justo como nuestra ciudad, nosotros también éramos víctimas de la pálida luz amarilla de este sol lúgubre, que no hacía más que provocar celos y anunciar enfermedad. ¿Cómo habíamos llegado a esto? A ser tan ajenos ¿Alguna vez fue diferente? Ya no sabía. Nuestra vida juntos parecía no ser más que una búsqueda eterna por cosas en común, por encontrar a una pareja que había estado perdida desde el principio, un intento por retener un alma por siempre en tránsito. -Voy por una cerveza ¿quieres algo? -Naranjas. -¿Nada más? -Un poco de amor no me caería mal. -No empieces por favor. -Clara -¿Qué? -Una cerveza clara para mí. -Ok. Camino de regreso decidí hacer caso a su segunda petición y arrancar un girasol de una maseta para llevárselo, esa flor siempre era apropiada, sus ojos parecían uno. Cuando estaba a punto de tomarlo noté que algo se movía, era un pájaro, pardo, muy pequeño, estaba atrapado, tenía restos de una ala de mariposa que había comido recién, lo liberé de la hierba pero no lo dejé ir. Noté que era idéntico al del tatuaje. -Es el destino. Me dije a mí mismo y reí. -Es un gorrión. Me dijo una mujer anciana que pasaba junto a mí. -No sabía, gracias. -Cuídalo, los japoneses le dan gran valor moral. -No entiendo. -No sería difícil matar a un ser tan pequeño e indefenso, con el puño podrías en este momento apretarlo hasta que le reventara el corazón. Procurarlo y mantenerlo vivo demuestra consciencia y madurez. Respeto por las cosas más ínfimas y delicadas del mundo renueva nuestra visión de la vida. -Lo cuidaré bien, gracias. Al entrar al edificio, noté justo que alguien había pintado un gorrión en el arco de la puerta, como si quisieran anunciar disimuladamente la secreta importancia del lugar. -Qué extraño. Pensé. Entré a la casa y ella recibió al ave con demasiado amor, cerró todas las ventanas para dejarlo volar, el pajarito se posó en la cabecera de la cama; ella estaba fascinada con la nueva mascota. Se quedó pensativa un momento y me preguntó: ¿-Cuándo crees que pase lo que hablábamos del Sol? -Es una teoría, aunque sea verdad pasara hasta dentro de miles de años. -No somos importantes para Dios. Somos tan insignificantes como este pequeño amigo. Sonreí porque recordé lo que me había dicho la anciana. -Olvidaste las naranjas. -Lo siento, traje esto a cambio. Le di su cerveza y a la vez el girasol. Soltó 2 lagrimas y me beso, de la misma forma espontánea solía hacerlo. Me quitó la ropa y se desnudó lento, como también solía desvestirse. Nos tiramos en la cama y el gorrioncito no se movió. Hicimos el amor como no lo hacíamos desde mucho tiempo atrás. La amé, me amó. No sentía ya rencor, ni miedo, sus ojos brillaban. Todo era bueno otra vez, era nuevo ¿era el fin de la búsqueda? ¿El fin de tan largo viaje hacía el otro? -Mi gorrión. Le dije. Dejo salir dos lagrimas otra vez y sonriendo acercó su boca para besarme a la vez que el ave abría el pico para cantar. El sol brillaba dorado. El pico se abrió más y más, la cabeza del gorrión se acercó a mí y el resplandor sonoro del amarillo avanzó suavemente y me envolvió.


miércoles, 5 de septiembre de 2012

Nota suicida

Pig (comió Hugüinis)


Al principio creí que éramos gemelos. Hermanos destinados a disfrutar y sufrir juntos todas las circunstancias de la vida. Después, cuando me faltaste un día , mis sentimientos hacia ti ya no eran consanguíneos; me di cuenta que más que un hermano, eras mi pareja. Nuestro destino era dar los mismos pasos, correr a la misma velocidad, descansar a las mismas horas.

Han pasado días, semanas ya desde la última vez que estuvimos juntos. He tenido que cubrir tu ausencia con otros seres tan dispares a mi, que me vuelcan hacia una melancolía de la que temo no ser capaz de levantarme. Por eso, he decidido hacerme un agujero en mi cuerpo, tan grande que me vuelva inservible, para así tal vez, ser desechado y encontrarte en el más allá.

"Tu serás siempre, mi lado derecho."

Nota de suicidio de un calcetín izquierdo

sábado, 24 de marzo de 2012

Antoine y su televisión

Pig (se metió Pillemce dósis única)

Lo vio saltar por la ventana mientras cortaba su última línea y parecía no importarle -era un suicidio que nadie pudo evitar- se dijo Malena, mientras él le daba otro golpe a su cigarrillo y miraba la escena, que lentamente se escurría por la acera. De a poco perdía la atención; aquel par de cervezas bebidas ayudaron a relajar los párpados pero Malena era indiferente. No tenía una pizca de remordimiento aún cuando sabía que él era parte importante en su vida. Tal vez ella lo planeó todo, tal vez ella sabía que su problema de alucinaciones lo llevaría hasta el límite… y así fue.

No pudo más y cerró los ojos totalmente. Su cuerpo cansado, pedía un par de minutos en silencio y aún con ello seguía escuchando las risas, esas risas de aquella noche limpia y estrellada, esa noche donde las olas del mar pegaban en la playa y su sonrisa se mezclaba con la luz tenue de la fogata. Todo parecía ralentizado, así como cuando usas un filtro para darle al espectador la sensación de que todo es bonito y agradable, y en realidad lo era, así lo recordaba él, pero explotó.  Precisamente en el momento en el que la melancolía invadió sus recuerdos, el departamento del tercer piso explotó.

Malena salió gritando como si se acabara de dar cuenta.  El cuerpo inerte seguía ahí, justo debajo de la ventana. Todo parecía un accidente pero él, con los ojos cristalizados y la mirada borrosa, ni siquiera distinguía bien la pantalla. Su cerveza se había derramado en el tapete pero no pudo levantarse para coger un pañuelo y limpiar todo antes de que el material absorbiera el chorro. Puso la botella en la mesa y se dio cuenta que el cigarrillo pronto se consumaría pero antes de eso, le dio la última bocanada. Era su último cigarro y no pensaba desperdiciarlo.

Aún con la mirada borrosa, pensó en buscar dentro del cenicero algunos residuos de tabaco y liarse uno aunque sea para unos cuantos fumes. Su necesidad le dio fuerzas y se levantó de aquel sillón reclinable; no fue nada fácil. Son de esos sillones que dejaron de elaborar debido a que se atoraban antes de cerrase por completo, pero todo en ese departamento era de segunda mano. Ni siquiera se dio cuenta que la policía llegó. Estaba tan consternado por aquel sueño recurrente donde veía lo que dejó de ser hace un par de meses. La extrañaba y sentía que aún la necesitaba. Entre pensamientos, escuchaba la voz de Malena que gritaba desgarrada.

Malena con cara de angustia –más por su dosis que por la situación- era detenida por la autoridad, mientras la gente del edificio salía espantada. El cuerpo ahí, el edifico en llamas. Sonó su teléfono, corrió para contestar y, como si hubiera visto un fantasma, se quedó inmóvil al ver su nombre en la pantalla. Era ella y no quiso contestarle. Cuando regresó al sillón ya no entendía por qué Malena yacía junto a aquel cuerpo fracturado y ensangrentado pero tampoco se dio cuenta que dejó el gas abierto, mismo que funcionaría de comburente para encender aquel pobre cigarrillo accidentado e improvisado. Sacó del bolsillo un encendedor y el tercer piso se iluminó.

Apagó el televisor tan pronto escuchó los pasos de su mamá, quien le dijo que se cepillara los dientes y se durmiera hace poco más de una hora. Para evitar reprendas se metió a la cama y se hizo el dormido.
Antoine, a sus seis años dos meses, se quedó pensando que el pequeño punto en medio del televisor lo delataría. 



@antoine_zz

miércoles, 21 de marzo de 2012

Breve teoría sobre las estrellas

Pig (comió Pillemce) 

Verte ahí, después de tanto. Lúgubre bóveda  ¡anda! sedúceme una vez más, intenso calor de fugaces sombras estrelladas, no dejes de palpitar, no desaparezcas. Jamás lo harás. Permanecerás andante, eterna, mostrando lo que una vez, no fueron más que bellos resplandores, de siniestros amoríos apasionados, desgarrados por la juventud, de inmadurez sensata, luces deseosas de conmover, este inmenso y vacío mundo, abrumado, desesperanzado. Espacio nocturno, de romances acallados, son aquellos enamorados los que te admiran entusiasmados. Destellos purificadores, que arrancan ilusiones; por su soberbio fulgor, terminan debatiéndose en un rincón, para luego, agotados y resignados, entregarse al silencio consumador del viento que castiga, ese que los elevó sin más, los suspendió en una fórmula de levedad intransigente; no dejarás de ser simpleza, estupidez de la humanidad, vida, ni la muerte te libera. Son aquellas miradas vacías tu razón de ser, aquellas frías pupilas que se expanden en el universo hasta volver a ser, otra vez. Una y otra vez. ¡Anda! Sedúceme, inténtalo, fustígame, piérdeme, pero no me dejes aquí, porque tu consuelo no es más que el simple reflejo, de un amor, que nunca fue.  



domingo, 13 de noviembre de 2011

En la Luna

Pig (comió Toxcituzin)

¿Por qué se nubla la visión de un astronauta, cuando vuelve por sus hallazgos hacia un territorio en donde la vida le palpita efectos mundanos sobre su espíritu?
¿Por qué no regresa convencido de que el suelo de arena brillosa a la que los perros le ladran por las noches desde la tierra es un espacio en el que puede plasmar su recuerdo más intimo?
En una soledad que propone desnudar su mente y calibrar sus sentidos, debajo de un material sólido que cubre su cabeza y también su cuerpo, si yo lo miro desde mi ventana y le pregunto a gritos -¿Qué se siente estar arriba?- Él, seguro me contesta a gritos que no lo sabe porque aún no ha descubierto cómo evitar el respiro de su propio vapor.




domingo, 17 de julio de 2011

Paso en falso a tres tonos (o El placer del amor imposible). Pt. 1

I. “The chase is better than the catch”

Pig (tomó Rulium)

Lento, pausado como el andar de la noche, transita el humo del cigarro, llenándome el rostro de sonrisa. Me detengo una vez más, el espejo tiene algo que decirme: ¿de qué te ríes? Diablos, no había pensado cómo contestar a tal pregunta; de cualquier modo, mi respuesta sería incluso más risible que el motivo mismo de mi risa –ja ja-: me río porque estoy atrapado, porque he caído, víctima del cálculo de riesgos, del tropezón con previa aceptación y a sabiendas del descalabro.

¿Quién no ha degustado las sales del peligro tocando a su puerta y aún así le ha dado la cara? Enfrentar así al placer es como jugar a la ruleta rusa: se le coquetea a la muerte, se acorta la vida, pero eso no importa, no, lo que importa es burlarse de uno mismo, mirarse con los minutos contados y derrochar gustosamente cada segundo. Bien, yo soy un tipo de ésa estirpe que se entrega a sus placeres hasta la burla (la ajena, la propia, da lo mismo); pocas veces puedo explicar con claridad qué es exactamente lo que me gusta de tales placeres, casi siempre por una arraigada repugnancia a ser catalogado como un simple hedonista, pero en el fondo, me regodeo en las causas que me llevan a buscar mis placeres y darles rienda suelta, pues en el efecto del placer me va la causa del agrado; por eso cuando alguien me pregunta por qué fumo, contesto con un jovial y tajante “porque me gusta” –ja ja-, pero poco han de saber esos defensores de la pureza del smog que el origen de cada golpe dado al tabaco está forjado en los largos dedos de Paganini ejecutando una de sus sonatas, en el “Claro de Luna” de Beethoven, en la profunda voz de Bob Dylan o la de Saúl Hernández, en las andanzas de Ixca Cienfuegos, en la atmósfera del Comala de Pedro Páramo, en la más aguda de las introspecciones de Hamlet, todos ellos convergiendo en una orgiástica bocanada de humo. Me encantaría poder contestarles alguna vez echándoles el humo a la cara, “interpreta mi bocanada”, pensaría, pero me basta con saber que tales placeres les están vedados –ja ja ja-.

Algo similar me sucede con Platón, en específico, con la visión platónica sobre el amor. El amor platónico es, a mi gusto, el mejor punto de origen para el amor mismo, para el amor libre; un amor hinchado de palabras pero falto de voz, sobrado de miradas pero ciego de fantasía, resignado a no salir de los confines de su cautiverio mientras es alimentado por la esperanza de poder ser, de poder existir. Antes de ésta noche, he tenido que confrontar en más de una ocasión ésta postura ante uno que otro defensor exacerbado de las tragedias románticas que argumentaba que el amor, para poder ser amor, debía sufrirse hasta el sopor, pero, pregunto yo, ¿acaso no es ya suficiente tragedia martirizar a la mente con la consideración de un posible rechazo? Algo hay de noble en el amor que hace que su carácter trágico sea perecedero, y eso es el reverso del rechazo: la aceptación, el anhelo ligado a la posibilidad de conseguirlo, y luego de conseguido, la oportunidad de gozarlo; hay que sufrirlo, cierto, pero no permanentemente, pues considero que la finalidad del amor, al igual que la de la existencia del ser, es la trascendencia: pasar de un amor platónico (mudo y cautivo) a un amor imposible (limitado pero sinceramente defendido) y, finalmente, a un amor libre (etéreo y delicioso).
Cuando aquel amor cobra voz y vida se habla, se canta, se rumora y deja que lo rumoreen, es contado de oído en oído pero no deja que lo griten, no, pues está consciente de que existe cierto riesgo de que se le niegue la posibilidad de ser, teme ser descubierto y reprobado por imprudente, porque casi siempre el amor llega al ser cuando éste se encuentra menos preparado para recibirlo, así que es mejor ponerle su traje de imposible y emprender la lucha por invertirlo, por darle vida, estimulado por la noción de que se está haciendo algo prohibido. En éste sentido expuesto, me declaro seguidor acérrimo del amor imposible, me fascina ligeramente menos que el amor libre, pero no dejo de disfrutar de su encanto, y es que a fin de cuentas, hasta el mismísimo Lemmy sabe –y lo grita con toda la potencia decibélica de su aguardientosa voz- que “la persecución es mejor que la captura”.

Paso en falso a tres tonos. Pt. 2

II. “Amor violento

Pig (tomó Rulium)

La conocí una noche de aquellas que uno de antemano sabe que no puede llamar “cualquiera”, ahí estaba con aparente indiferencia, sentada sobre las piernas de ése camarada que se levanta y hasta con abrazo me saluda; siempre imaginé un momento así con el canto disperso de las sirenas como música de fondo, pero no –aun hoy, luego de tanto tiempo transcurrido desde la noche narrada, no puedo evitar reírme de la escena, ¡ja ja ja y más ja!-, decía yo que no fue así, no hubo canto disperso y los asistentes distaban mucho de ser sirenas, sin embargo, la música de fondo estuvo a cargo de Los Tres, con Álvaro Enríquez a medio coro –parfait-, creo que una riña entre dos viejos amigos tenía lugar en ése mismo instante, pero a mí me venía importando un pito, pues ahí estaba yo a un extremo de la habitación, buscando en qué plática colarme, cuando topé con su mirada de frente, en el otro extremo, como si tratara de leerme la mente mientras yo intentaba aprehender toda la imagen: su cabello de ausente luz, sus labios de mucha conversación y poca palabrería, un punto luminoso a mitad de su rostro, y sus ojos –¡en verdad son Los ojos!-, esos ojos que sigo batallando por reproducir con exactitud en mi mente… un aquelarre de la belleza “cantándome un tiro” abiertamente (♫gastaría toda mi vida… y máaaaas♫).
 Todo lo que sucede en el entorno viene a pasar a segundo término, puede ser que haya platicado algo con alguien aquella noche, si fue así honestamente no lo recuerdo; en mí no hay palabras, en ella tampoco, en momentos así los ojos son adultos y los labios niños, y ambos sabemos que los niños no deben meterse en pláticas de grandes; por si fuera poco, el solo de guitarra de Ángel Parra viene a poner las cabriolas sobre el perro. Llego a quedarme inmóvil y sin saber cuál es el siguiente paso que marca el protocolo social para estos casos, además estoy bastante oxidado en estas cuestiones, “¿todavía se usará el ‘hola’?” me pregunto. Pero definitivamente, por protocolo o no, por ética tal vez, siempre respeto a la acompañante de un camarada.

Me complazco en intercambiar una o dos miradas más, pero es todo, no intentaré algo más y al parecer ella tampoco, así que opto por enterarme de los motivos y el desenlace de la riña entre los dos amigos, “ya que quiten a Los Tres”, digo, y al final termino por darle poca importancia al asunto de la riña, regreso a mi lugar, ya con otros ritmos y una nueva cerveza, por supuesto, pero me encuentro de nueva cuenta con aquélla mirada, inquisitiva, con la frialdad de quien pronto habrá de matar cuerpo a cuerpo a un inocente sin la menor sensación de culpa. Pasa algo que enciende las señales de alerta: me cambio de lugar y al notar que no la tengo a la vista, empiezo a buscar ansiosamente su mirada; luego de esto, el silencio aturde mi cerebro, observo a todos hablando pero no escucho, no puedo, trato de disimular llevándome la cerveza a la boca pero ya hace tres tragos que se terminó… algo ha pasado.

De repente, todo es interrumpido por apretones de manos, besos en la mejilla, abrazos y demás; ella, una amiga suya y los respectivos acompañantes, han anunciado que se retiran –para como estaban las cosas, yo debí haber hecho lo mismo-; veo que se despide, pero no de mí, me quedo callado y volteo a mi alrededor como buscando una explicación, quizá la haya, quizá no, pero hay algo seguro: ella tiene -siempre tiene- tiempo para una mirada más. Me desenvuelvo con estricto apego a nuestro acuerdo de “cero palabras”, pero involuntariamente levanto mi mano para moverla en señal de despedida mientras esbozo una sonrisita estúpida –ella también sonríe pero está lejos de parecer estúpida- y la veo salir de la habitación. “¿Por qué le sonreí?, debo haberme visto como un ñoño”, me reprocho. Las cosas han cambiado, ella ya no es acompañante de ése viejo camarada pero su presencia continúa; el entorno es poco alentador y -por conveniencia, no diré el lapso exacto- me limitaré a escribir que luego de “equis” tiempo y al escuchar nuevamente la canción que musicalizó aquél momento, puedo decir que le sonreí “porque un amor violento me deslumbró, un amor violento me fulminó”.

Paso en falso a tres tonos. Pt. 3

III. “Again”

Pig (tomó Rulium)


El placer que me generan la presencia del peligro y el riesgo, ha sido a lo largo de mi vida una de mis mejores técnicas para meterme en problemas; me recuerdo en una ocasión durante mi niñez –cuando más de una persona habría jurado que era incapaz de meterme en problemas- en la que estuve a punto de incendiar mi cama: era un invierno, de aquellos duros y en ése entonces extraños en la ciudad; aunado a esto, siempre he sido sumamente frágil de salud y extremadamente friolento, por lo que, para procurarme una noche de sueño tranquilo, encendí una vela y la coloqué bajo mi cama, aun sabiendo que aquello podía terminar mal… tuve la suerte de que mi mamá pasara a ver que ya me había acostado, de lo contrario, ésta anécdota no se habría sabido más que a través de mi epitafio. En fin, cuando mi mamá me preguntó por qué había hecho semejante tontería, le contesté que no lo sabía, pero era obvio que lo hice para sentir calor, además de que siempre he sido un pirómano en potencia, sólo que ahora canalizo mi manía quemando tabaco y, de vez en cuando, mota.

Ahora bien, pasando a asuntos de otra índole, hubo una ocasión hace ya algunos años en que quedé profundamente encantado con una chica, llamémosle S, y bien pude haber dejado las cosas tal y como estaban, encerradas en el sótano de la resignación, pero no, me atreví a continuar con el número, a emprender la persecución y regodearme en la captura, a tener gustos y disgustos, salir -como decimos los adictos al juego- “tablas”, para finalmente descubrir un rasgo de mi persona que me acompaña hasta la fecha: soy fanático de los amores imposibles; me motiva la imposibilidad, me mueve a analizarla y me entrego de lleno a la sensación de estar liberando al amor de su cautiverio. Los amores imposibles me gustan tanto porque puedo adjudicármelos cínicamente como un placer: el placer de vivir.

Después de aquella noche anteriormente narrada, cometí una de las mejores tonterías –si no es la mejor- de mis épocas recientes. Luego de la primera vez, la volví a ver tres o cuatro ocasiones más, bajo las mismas condiciones, saludo-mirada-silencio-mirada-despedida, hasta el punto en que mi forzada indiferencia no podía ya subsistir. Al igual que como sucedió con S, bien pude haber dado la vuelta, dejar a cada quien con lo suyo y emprender la retirada, pero al igual que como sucedió con S, rompí decididamente el silencio y le busqué la conversación –no en persona, claro está; recordemos las limitaciones del amor imposible-; la consecuencia fue que, como en el refrán, “me salió el tiro por la culata”, pues si lo que me propuse al buscarla fue llegar al convencimiento de que nada había de extraordinario en ella, terminé por descubrir que era una mujer sui géneris; existió desde el inicio una gran confianza y una soltura de ésas que pocas veces se encuentran en la vida.

Como dije al principio, me río porque estoy atrapado, porque me acomoda el lugar en el que estoy; impuntual como soy, estar enredado en un amor imposible es sumamente placentero, ambos estamos conscientes de que no nos encontramos en condiciones de jugar a ser libertadores; es como llegar tarde a la fiesta, pues se sabe que habrá que aguantar ciertas incomodidades, pasar desapercibido, no saber el chiste por el que todos ríen, pero al final uno siempre saldrá airoso porque ha caído a la fiesta en pleno apogeo y ante semejante ambiente, el resto es puro beneficio (véngannos tus reinas).

Al amor imposible es mejor llegar tarde también, pues el resto es pura maniobra para alcanzarle el paso a la otra persona pero dictando el ritmo a seguir; quien inspiró éstas líneas (no esnifeables pero vaya si me han acelerado) ni siquiera sabe de su existencia, y es que, así actúa el asiduo a los amores imposibles, con el sigilo de un gato y la precaución –no torpeza- de un bailarín novato en la pista de un cabaret. Aquellos que compartan éste placer, estarán de acuerdo conmigo en que urdir un plan dentro de un amor imposible es como moverse sobre una cuerda floja: siempre hay que cuidarse de no dar un paso en falso. A veces es conveniente alejarse un poco entre víctima y victimario, entre victimaria y víctima, pero nunca hay que dejar de recordarle al otro que uno anda al acecho; ella lo sabe, sabe cuidar de sus presos y procura dar atisbos de su presencia para luego impedirme que le siga el rastro; yo lo sé y desaparezco del mapa nocturno para luego dedicarle algunos párrafos… ¿volveré a verla alguna vez? Dudo mucho que cualquiera de los dos sepa la respuesta, pero ésa es la médula de un amor imposible, la incertidumbre, la posibilidad de que nunca exista es lo que lo mantiene en pie; así seguirá hasta que se pueda disfrutar un cuarto fragmento de ésta historia, aunque para mi pequeño disgusto, en ése entonces ya no habrá pasos en falso sino pasos seguros… es por eso que me fascina el amor imposible.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Encuentro

Pig (se dopó con Hamsycilina de 500)

Pues bien ahí estaba Rohan a 10 años de haber dejado de ver a Romina la chica de sus sueños, en un encuentro casual como de costumbre intercambiaron saludos y el clásico ¿cómo estás? que a veces ni se responde. Rohan ante la emoción de verla igual de bonita tal cual la recordaba la cito en un café con el pretexto de ponerse al día, ella acepto mientras se acercaba aquella despedida apresurada.
Al día de la cita Rohan llego caminando al lugar acordado, con un caminar que se acompañaba de una mirada perdida, fija hacia un punto cualquiera como si estuviera pensando algo profundamente cuando la verdad era que no sabía ni que pensar de la emoción y el nervio que lo agobiaba. Lentamente se acerco a la puerta del lugar hecho un vistazo al interior del lugar y ordeno una mesa para dos. Rohan sin saber donde acomodar las manos o que postura tomar vio pasar algunos minutos hasta que Romina "llego" hubo un saludo emotivo y tomaron asiento frente a frente en aquella mesa chica e intima, el ordeno dos capuccinos calientes, en lo que llegaban hubo comentarios sin sentido de como habían llegado al lugar, para que cuando los capuccinos estuvieran en la mesa comenzaran las preguntas que iniciaron el interés del encuentro
Rohan quiso comenzar y dijo:
"Gracias por aceptar y mas por venir ya que hay tantas cosas que cambian al paso del tiempo. Me case ¿sabes? tengo dos hijos, en el trabajo me va muy bien a mis niños no les falta nada y he realizado objetivos personales que me nutren mucho, pero a mi matrimonio le falta todo, mi cuarto es demasiado frió que no sé que es lo que me ata a seguir con una persona que no le nace ni preguntar ¿cómo me fue? después de un día de trabajo. ¿sabes una cosa? aun me pregunto ¿cómo sería mi vida si me hubiera casado contigo? sé que no hubieras aceptado, pero el día que te vi y me puse de acuerdo contigo para esta cita sentí los mismos nervios que tenia a mis 18 años y me disponía a cruzar el patio para entablar una conversación contigo.
Te amo... y no sé por qué, tal vez después de tantos años ya lo hubiera superado y debería madurar, pero no, tal vez después de ti nunca pude controlar el sufrimiento y volví a ser el mismo tonto que no se preocupaba por conocer a las personas que se acercaban a su vida y se quedaban en ella poco o mucho tiempo y así paso hasta que decidí seguir fingiendo y casarme en una relación auto destructiva. Y hoy este día, aun puedo decir con cinismo que no se qué hacer, si salir corriendo a buscarte en un intento del cual se la respuesta de lo que va a pasar o resignarme.

...Pero bueno no s si he hablado de mas mejor cuéntame que hay de ti"

Fue cuando Rohan alzo la cara y vio que el capuccino de Romina se había enfriado y había pasado hora y media divagando en un sueño porque Romina jamás llego a la cita ...